Preguntas y respuestas seleccionadas

 

Los dos aspectos de la espiritualidad

Expuesto por la Maestra Suprema Ching Hai, Londres Inglaterra,
9 de junio de 1999 (Originalmente en inglés) DVD #662

P: ¿Promete usted que podemos ver a Dios en esta vida, o será en la próxima?

M: ¡Esta vida, en este instante! Después de esta vida, ni siquiera sabes si volverás a la vida humana. Sí, es en esta vida, esta misma vida. Si yo puedo hacerlo, tú puedes hacerlo. Si todos nuestros hermanos y hermanas que han sido iniciados pueden hacerlo, ¡tú puedes hacerlo! Sólo esta vida es la vida que nos importa. Porque ¿quién les puede probar que tenemos una vida próxima o no?

La mayoría de las almas, después de dejar este planeta, no reencarnan aquí de nuevo. Así que realmente no puedo prometerles la próxima vida. Podrían nacer en otro cielo o en otro planeta, no necesariamente este y no necesariamente en el marco físico como este.

Espiritualmente tiene dos aspectos: Uno es teoría y el otro es práctica. La teoría es la que nos presenta a Dios, el Cielo, la bendición, la vida eterna y “ver a Dios mientras se está vivo”. Es justamente como lo que estoy haciendo ahora, presentarles la manzana. El aspecto práctico de la espiritualidad es la manzana en sí misma, ¡es cuando se la comen!

Para teoría, ya tenemos mucha. Tenemos toda clase de escrituras espirituales y tenemos todo tipo de doctrinas que hablan de Dios, que hablan del Buda, que hablan del Cielo, acerca de la tierra de Buda y así sucesivamente. ¡Pero solamente nos hacen la boca agua! Porque no lo vemos nosotros mismos, así que no sabemos como luce Dios y no sabemos lo que es el Cielo. Nosotros pensamos que sólo las personas puras de los tiempos antiguos podrían ver el Cielo y podrían hablar con Dios. ¿Pero por qué no, nosotros? La gente en la antigüedad también comía, también trabajaba, también se casaba y también tenía hijos y cuidaba de su familia, exactamente de la forma en que lo estamos haciendo nosotros ahora.

Así que no veo cómo la gente de tiempos antiguos, lógicamente hablando, fuera más pura que nosotros de alguna forma. Debido a eso, me preguntaba a mí misma, antes de saborear el gusto de la iluminación, me preguntaba: “¿Cómo es que no puedo ver a Dios? ¿Cómo es que no puedo ver a Buda?” Vi que la gente en tiempos antiguos podía. Así que yo también debo ser capaz. ¡No puedo creer en un Buda o Dios que no veo y que no conozco! Así que hice todo lo que pude, intenté muchos caminos. Lo intenté yendo a diferentes escuelas, lo intenté viendo a diferentes maestros, esperando encontrar la Verdad. Luego, finalmente, dónde hay voluntad, hay un camino. Alguien me mostró como ver a Dios. Entonces, después de practicar durante un tiempo, Dios me permitió o realmente me ordenó que debía compartir mi experiencia personal con otra gente que está lista para conocer. No todos están listos para conocer, pero cualquiera que esté listo para conocer, Él se revelará a sí mismo. Yo sólo les muestro esto y eso es muy simple.

Ese es el aspecto práctico de la espiritualidad. Las cosas que han sido presentadas, debemos conocerlas y saborearlas. Todas las Biblias y las escrituras espirituales de diferentes religiones mencionan experiencias similares, como cuando estás iluminado, al menos ves la Luz que es un aspecto de Dios. Dios no tiene forma, aunque se puede manifestar en formas, físicamente y metafísicamente, así nos podemos identificar a nosotros mismos con Él. Podemos hablar con Él e incluso quejarnos, también podemos escuchar sus consejos así podemos encargarnos de cuidar mejor de nuestros problemas cotidianos y entonces nos volvemos más sabios. Así es como nos hacemos santos, personas sabias. En tiempos antiguos, la gente se volvía santa debido a la comunicación directa con Dios o la enseñanza del Altísimo. Así que en el comienzo, cuando primero conocemos a Dios, puede aparecerse ante nosotros como Luz, podría hablarnos a través del lenguaje humano o como una intuición en nuestra mente. Pero más tarde, nos llevará más y más alto hasta que nos volvamos uno con Él. Y es entonces que podemos declarar: Yo y mi Padre somos Uno, es la forma en que nuestro Señor Jesús alcanzó a Dios.