Entre la Maestra y los discípulos

Apreciando la gracia de Dios

Por la hermana iniciada Rainbow, Boston, Massachusetts, EUA
(Originalmente en inglés y en chino)

Querida Maestra:

Hoy escribo esta carta para expresarle mi gratitud. En las últimas seis semanas, he experimentado un entrenamiento sin precedentes: enseñar en un centro de detención juvenil.

Fue un trabajo muy difícil. La mayoría de estos niños no tuvieron una infancia feliz; es como dijo la Maestra: "Esos niños o prisioneros en verdad no son malos. Su conducta en gran parte se debe a las horribles experiencias familiares. Por ejemplo, su madre pudo haber sido drogadicta, o que su padrastro fuera adicto a las apuestas o al alcohol, o que a menudo les pegara. Esos antecedentes familiares explican los malos actos de los niños, quienes descargan su ira en otra gente". (Tomado de las noticias #126 de la sección "la Maestra dice") Algunos niños no recibieron disciplina de los padres. Ellos han cometido varios delitos. Por lo que han estado entrando y saliendo de los centros de detención juvenil tantas veces. Son muy infelices, desafortunados y necesitados de amor verdadero. Había oído algunas historias similares en las noticias antes, pero nunca imaginé que estas cosas tristes en verdad les sucedieran a estos niños. A pesar de que hieren a otra gente, ellos son los que más lastimados están. Hieren físicamente a otra gente; pero, en realidad, hieren sus propios corazones. Los crímenes que han cometido hacen que se vean inferiores, y los hacen sentir desesperanzados por su futuro. Muchos de ellos se drogan, fuman y son alcohólicos. No confían en nadie, quizás sólo en sus padres. Sin embargo, lo triste es que la mayoría de sus padres ya los abandonaron. No hay amor entre ellos, se tragan su propia pena, y están tan solos. En este ambiente de prisión, están muy tristes y deprimidos.

Al principio, vi desconfianza, enojo y odio en sus ojos. Algunos incluso no se atrevieron a aceptar mis dulces. Durante esas seis semanas, cada día fue un campo de batalla. Antes de cada clase, siempre oré con sinceridad: "Querida Maestra, por favor bendice tanto a mis niños como a mí. Eres Tú quien les enseña. Sólo soy una herramienta tuya para servirles. A través de la bendición de la Maestra la clase mejoró cada día, la confianza entre nosotros gradualmente fue en aumento Finalmente, pude ver sus inmaculadas sonrisas. ¡Qué bellos y maravillosos se veían! Cada vez que pensaba que era capaz de dirigir la clase y que la Maestra podía tomarse un descanso, ¡todo se estropeaba! Comprendí lo limitado que es "mi" amor. Lo que en verdad querían era el amor de Dios. ¡Gracias, querida Maestra!

¡Querida Maestra! A pesar de haber sido un trabajo pesado, gracias a Su guía y bendición se transformó en mi clase de entrenamiento espiritual. Para estos estudiantes, sólo podía dar y contribuir a diario sin ninguna expectativa, no era posible que esperara una recompensa. Todos los días, todo lo que pensaba era en ser una buena herramienta Tuya, para transmitirles Tu amor incondicional. Desde mi niñez hasta hoy, nunca he podido cumplir con esto. Desde mis padres, a mis hermanos y hermanas, a amigos y familiares, y esposo e hijos, siempre he tenido una especie de expectativa. Algunas veces, me sentía triste porque la otra persona no respondía de la manera que esperaba. Sin embargo, si hubiera tenido las mismas expectativas durante el tiempo en que enseñaba en ese edificio, me habría decepcionado. Por muchos años, he estado practicando el Método Quan Yin, el amor incondicional de la Maestra, que no espera ninguna recompensa, siempre ha estado presente en mi corazón. Pero nunca podría hacerlo por mí misma. Ahora, a través del entrenamiento, ¡finalmente he empezado a caminar por la senda del amor! ¡Gracias, querida Maestra!

Ahora, entiendo mejor que nunca las enseñanzas de la Maestra. Como la Maestra dijo: "Sin importar a donde vayamos, siempre debemos ver este mundo con "los ojos de Dios", tratar a los seres humanos con "el corazón de Dios". Siempre que trates a otros con equidad, con un corazón imparcial, ellos van a tratarte de igual manera. Incluso si no nos tratan bien, en realidad esto también está "bien", porque Dios nos está probando, y le gustaría que aprendiéramos de ello". (Expuesto por la Maestra en Hsindian, Formosa, 22 de agosto de 1986; originalmente en chino) Todos los días, al estar con estos niños, siento que todos tienen corazones bellos, este sentimiento viene desde el fondo de mi corazón. Todo el tiempo les contaba cómo me sentía.

Al principio, ellos ni creían en mí, pero a medida que el tiempo pasaba, empezaron a aceptarlo y cambiando ellos mismos. No sólo abrieron sus corazones y rieron más, sino que también empezaron a comunicarse entre sí. Me conmoví tanto por su cambio. A pesar de verse fríos externamente, ellos tienen un corazón aún más sensible, suave y gentil de lo que yo tenía. Ellos atesoran más el amor. En un principio, quería llevarles las bendiciones de la Maestra, para que sintieran el amor ilimitado de Dios. Pero el hecho es que, ellos trajeron el amor de Dios hacia mí. Como la Maestra dijo: "¡Ustedes son el tesoro de cada uno!" A través de esas pocas semanas de enseñanza me encontré cambiada, mi corazón se enterneció, se hizo más gentil y más considerado.

¡Querida Maestra! Eres todo para mi. Un día mientras manejaba pensé que después de varios meses, podría verte. Mis lágrimas se derramaron. En ese momento, me di cuenta de que todo fue debido a Ti el haber pensado en realizar este trabajo y que además pude continuarlo. Eres la fuente de mi poder, Eres mi inspiración y Eres mi gran ejemplo. Sin ti, sólo hubiera podido enseñar por algunos días, o me hubiera ido al otro extremo, "¡Realizarlo para subsistir!" Muchas veces, lucho entre: "yo" y mis estudiantes. Siempre tendí a pensar para mí misma. Sin embargo, debido a tu guía, salí del círculo de mi egoísmo y empecé a pensar desde el punto de vista de mis estudiantes. Me mantuve recordándome, que el amor de Dios es incondicional, sin importar cuán elevados o bajos, ni cuán buenos o malos parecían, ¡todos merecen este amor! Este es el amor de Dios, no puedo dejar que fluya, y ¡no puedo ser egoísta! ¡Gracias Maestra!

Querida Maestra, en mi última clase, los estudiantes me dieron una tarjeta sencilla como agradecimiento por haberles enseñado. Estuve conmovida hasta las lágrimas. Querida Maestra: ¡esta tarjeta es para ti! Sin ti, no podría hacer nada. Tú eres todo. Eres la madre de todas las madres. Obtuve mi recompensa, el disfrutar de la alegría de: "¡Hacer lo que uno puede, y dejar los resultados a Dios!" Gracias por Tus bendiciones, me dejaste disfrutar estas recompensas maravillosas las cuales me motivan a continuar con este trabajo. ¡Gracias, querida Maestra!

En verdad es como la Maestra dice: "¡Amar a otros es amarnos a nosotros mismos!" "Cuánto más damos, Dios más nos dará!" Al servir a estos niños, yo fui la más beneficiada. No sé por cuanto tiempo seguirán con el cambio, pero su influencia en mi es profunda. Ellos me ayudaron a superar obstáculos imposibles, y hicieron que me diera cuenta de muchos de mis errores. También comprendí el significado de la práctica espiritual: cultivarse a uno mismo desde dentro y traducirlo a acciones. Querida Maestra, a través de esta experiencia, en verdad aprecio Tus enseñanzas desde el fondo de mi corazón. Ahora, en verdad me doy cuenta de que todo se debe a la gracia de Dios. Cada oración que la Maestra dice es verdadera y es para nuestro beneficio. ¡Gracias! ¡A la mejor Mamá! Al seguir Tus pasos de gracia, por fin he empezado a crecer un poco, a aprender a servir a los hijos de Dios. La más grande Mamá, ¡Te amo!