Después de contactar a Dios, nos damos cuenta de que nuestra vida está llena de milagros. Y todo sucederá maravillosamente. Todo será atendido; todo estará tan lleno de amor, tan lleno de armonía, que nuestras almas encontrarán una paz que nunca supimos que podía existir hasta ese momento. Por esta razón, desde los tiempos antiguos muchos de nuestros santos y sabios han renunciado al mundo entero, debido a que la dicha interna de encontrar a Dios lo o la satisface tanto que se sienten casi como si no necesitaran nada más en este mundo.

Pero eso no significa, que una persona iluminada no pueda desempeñarse en este mundo. Si escogemos continuar nuestras obligaciones y llevar a cabo nuestros deberes en este mundo, podemos continuar de una manera mucho más llena de energía y devota, en una forma mucho más amorosa y de una forma mucho más inteligente. Porque el amor que hemos encontrado dentro es tan inmenso, y la paz que hemos encontrado dentro es tan estable y tan duradera, que podemos llevar cualquier carga en este mundo sin nunca sentirnos cansados y sin nunca sentir remordimiento ni intentar escapar de ella.

En realidad, el significado de renunciación es no huir del mundo. Es sólo abandonar o tal vez querer dedicar la vida entera de uno, a un propósito más grande y servir a un gran grupo de personas, o servir a todo el mundo si somos libres de hacerlo. Porque después de conocer a Dios, después de conocer la sabiduría que siempre hemos tenido dentro de nosotros, por supuesto podemos servir al mundo mejor. Así muchas habilidades son despertadas dentro de nosotros, muchos talentos recordados, tantas dimensiones diferentes para resolver problemas en este mundo, que estaremos muy ocupados, pero muy anhelosos de compartirlos con todos los que vienen a nosotros por ayuda.

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