Desarrollando un Espíritu Honesto
Palabras de la Maestra

Expuesto por la Maestra Suprema Ching Hai,
Seminario Especial en Tailandia,
26 de noviembre de 2006 (Originalmente en chino)

 

 

No es que no tenga corazón al rechazar sus regalos sinceros, pero rechazar cualquier regalo es mi costumbre. Déjenme explicarles por qué. A medida que aceptamos más y más regalos, se volverá un hábito y nos volvemos corruptos. ¡Por lo tanto, tengo la determinación de no aceptar regalos! Nuestros compañeros practicantes tampoco aceptan regalos ni ofrendas. Nuestros practicantes monásticos no aceptan ofrendas, ni yo tampoco, ni siquiera un sólo centavo. Por lo tanto, entiendan esto claramente. No me den ningún regalo. Ya que esta persona ha traído una obra de arte aquí, la dejaremos en el Centro de Tailandia como recuerdo.

Normalmente no acepto nada porque quiero ser un ejemplo. (Aplausos) No es que un par de dólares o un par de cosas nos harán daño. Sin embargo, si aceptamos algo hoy, mañana estamos obligados a aceptar otras cosas. Habiéndolo aceptado de una persona, mañana estaremos atados a aceptar de otra. Si hoy aceptamos diez centavos, mañana aceptaremos un dólar, y pasado mañana, diez mil. En otra ocasión aceptaremos dos millones. La bola de nieve seguirá rodando, porque nos será difícil rehusar luego de haber aceptado una vez. Ustedes tienen que ser honestos y también correctos, porque ésta es la forma como deben ser. (Aplausos)

Luego de recibir cosas de la gente, estamos obligados a tratarlos de manera especial y entonces, habrá parcialidad. Yo he estado tratando a los ricos y a los pobres exactamente igual. No sé ni me importa quién es rico y quién es pobre. Es por eso que puedo ser justa con todo el mundo y tratarlos con el mismo amor. Nadie puede comprarme con dinero, nadie puede comprarme con nada. Yo soy suya, la misma para todos (Aplausos).

Es por eso que les digo a los discípulos monásticos que no acepten regalos. Luego de comer la comida que nos ofrecieron unas personas, tenemos que servirles. Cuando otras personas vienen a nosotros, aunque pudieran tener mejores razones y mejores méritos, les damos prioridad a aquellas que nos dieron ofrendas. ¡Esto no es correcto! Si rehusamos a servirles, pensarán que los despreciamos. Pensarán, "¡Te he dado tanto dinero, sin embargo me tratas igual que a la otra persona!" Luego, se enfadarán y del enfado nace la enemistad. Este dinero, esta ganancia y fama, no es buena para nosotros ni para el mundo. Por lo tanto, debemos ser honestos y correctos en todo. Ganen lo que gastan, y absténganse de tomar cosas de las personas. ¿Entienden? (Todos: ¡Sí!) (Aplausos)

Yo sé que ustedes son muy sinceros. Por ejemplo, este compañero iniciado pintó el jarrón él mismo y me lo ofreció a mí. Yo entiendo su sinceridad, lo hago. Sin embargo, yo voy de aquí para allá trabajando mucho, y debo mantenerme honesta y correcta. He sido así desde mi juventud y se los he dicho muchas veces. Cuando era estudiante, una vez mis padres se demoraron en enviarme dinero. Tuve hambre por varios días, sin embargo no le pedí nada a nadie. Alguien me dejó comida, pero yo no lo sabía porque no me había avisado. Incluso, estando sin comida durante tres o cuatro días, nunca toqué las cosas de nadie. Una persona me dio dinero y me dijo que fuera a quedarme con él, pero no acepté. Lo regañé con dureza y le advertí: "¡Desaparezca, o llamaré a la policía!"

He sido así desde mi juventud, no sólo ahora. Si no somos honestos e incorruptibles por naturaleza, debemos entrenarnos para ser personas correctas. No debemos vender nuestra alma a cambio de ninguna cosa efímera de este mundo.