Por Silvina, Costa Rica (Originalmente en español)
Es muy probable que la gente crea, que los reptiles están abajo en la escala evolutiva. A la mayoría de nosotros se nos ha enseñado que el cerebro del reptil es el más primitivo entre los vertebrados, capaz sólo de sobrevivir, comer y dormir. Sin embargo, las suposiciones no siempre son ciertas. Aquí va la historia de un famoso cocodrilo llamado Poncho. Hace diecisiete años, Gilberto Sheedan encontró un cocodrilo moribundo de tres metros de largo en la rivera del río Parismina, en la provincia caribeña de Limón, Costa Rica. Al cocodrilo le habían disparado, posiblemente un ganadero que protegía su rebaño. Gilberto pidió a varios amigos que lo ayudaran a levantar al reptil y colocarlo en el bote para llevárselo a casa. Lo llamó “Poncho” y lo cuidó con medicinas, comida y un montón de amor y atención. “Yo sólo quería hacerle sentir que alguien lo amaba, que no todos los seres humanos son malos… Yo quiero a todos los animales, especialmente a los que han sufrido”, dijo Gilberto a la periodista del Tico Times. Durante el proceso de recuperación, Gilberto se quedó al lado de Poncho, incluso durmiendo con él de noche. Después de que Gilberto sintió que Poncho se había encariñado con él, empezó a nadar con el cocodrilo y así comenzó la amistad. Gilberto tiene cincuenta años y esa es la edad estimada de Poncho. Ellos juegan juntos nadando uno al lado del otro. Algunas instrucciones que Poncho sigue, incluyen sacar la cabeza y la cola del agua, dar vueltas y hasta permitir que Gilberto le muerda con sus colmillos. Cuando Poncho está realmente de buen humor, Gilberto dice que se atreve a poner toda la cabeza dentro de la boca del reptil, entre sus enormes mandíbulas. La Maestras siempre nos recuerda la naturaleza divina de los seres sensibles. El amor de Dios está dentro de cada criatura. Los animales son capaces de amar y respetar a los seres humanos, a veces incluso mejor que nosotros mismos.
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