En enero del Año Dorado 4 (2007), una hermana, que había estado en el retiro de Tailandia nos trajo mucho alimento bendito, al saber que no habíamos podido asistir al evento. Mi mamá vio el broche de La Familia Universal que la hermana estaba usando. Lo sostuvo en su mano para mirarlo más de cerca y pensó: "Nosotros no pudimos ver a la Maestra, ¡pero sería bueno si pudiéramos tener un broche como éste!" Dos horas después de haberse ido, de repente la hermana llamó para decir que podía ayudarnos a comprar el broche.

Dos semanas después, cuando mi mamá me dio el broche, lo consideré como un tesoro y lo sostuve en mi mano para mirarlo por un largo rato. Lo usé, pero no sin el temor de que pudiera perderse. Mi esposo, que es iniciado, me sugirió que usara un alfiler imperdible para mayor seguridad. Buscamos en toda la casa, pero no pudimos encontrar un imperdible adecuado, así que decidí comprar uno al día siguiente. Esa noche, como de costumbre, puse mi celular junto a mi almohada y empecé a meditar.

A la mañana siguiente, al acercarme a mi celular, ¡ocurrió un milagro! Descubrí algo pequeño precisamente a su lado. Mientras lo palpaba cuidadosamente con los dedos, ¡oh Dios mío, era un imperdible fino! No sólo era nuevo, sino que era de acero inoxidable y exactamente el que quería. Pero, ¿por qué estaba junto a mi almohada? No pude contener el profundo sentimiento de alegría y les pregunté a todos mis familiares si ellos lo habían puesto allí para mí. Pero ninguno lo había hecho. ¡Esto fue un milagro inesperado para mí! ¡La Maestra me consiente tanto! Toda mi familia estuvo muy conmovida. Ahora, tenemos una fe aún más grande de que los milagros pueden suceder en cualquier momento. ¡Gracias Dios! ¡Gracias, Maestra!