Anécdota Mundial
El Desinterés
de
un Maestro Iluminado

 

El Desinterés
de
un Maestro Iluminado

 

 

 

Por uno de los primeros discípulos (Originalmente en chino)

Hace veinte años, antes de que la Maestra se hiciera muy conocida y con muchos practicantes espirituales que la siguen, Ella vivía en una montaña en Sindian, en el Taipei suburbano, con unos pocos discípulos monásticos. Vivíamos en una casa que originalmente estaba en ruinas y rodeada de maleza, la cual estaba disponible para alquilarse a bajo costo. En aquel entonces, teníamos como NT$ 100.000 (como US$ 300) al mes, los cuales tenían que pagar la renta, gastos diarios, servicios y reparaciones de la casa. A pesar de lo apretado del presupuesto, la Maestra siempre le pedía a los discípulos que compraran y entregaran artículos de primera necesidad a varios orfanatos y personas en necesidad.

La Maestra nunca se preocupó por el dinero, incluso cuando le informábamos que quedaba poco. Ella no se lo tomaba a pecho y continuaba pidiéndonos que diéramos el resto a aquellos que estaban en condición más desesperada. Cuando una vez le dije a la Maestra que estaba preocupado por nuestra situación financiera, Ella dijo que estaba todo bien, incluso si no teníamos ingresos en absoluto, agregando que Ella podía enseñar inglés para mantenernos, en tanto fuéramos diligentes en nuestra práctica espiritual. Las palabras de la Maestra conmovieron mi corazón profundamente y han dejado una marca indeleble en mi memoria.

La Maestra tiene un corazón generoso para con los demás, aún así Ella nunca busca su comodidad física personal. Ella nunca pide nada para Ella misma, ni siquiera las necesidades básicas. Un incidente muy inolvidable, fue una ocasión en la que la Maestra necesitaba un abrigo de invierno, pero Ella no les pidió a los discípulos que compraran uno para Ella. Coincidentemente, una compañera practicante se presentó con un trozo de tela que había sido desechada por una fábrica. Pensó que tirarla sería una lástima y nos lo trajo. Cuando le di la tela a la Maestra, Ella dijo: "Dios sabe lo que necesito." Sólo entonces me di cuenta de que la Maestra no tenía ropa de invierno. No pude evitar preguntarle a la Maestra por qué tenía que soportar tal sufrimiento, ya que Ella sólo tenía que pedirlo y nosotros los discípulos habríamos hecho lo que Ella pidiera. La Maestra dijo: "Esto no es sufrimiento. Todo está dispuesto por Dios. Si Dios piensa que realmente necesito algo, enviará a alguien para que me lo traiga." Nunca olvidé este incidente. En Su corazón, la Maestra sólo piensa en los otros seres sensibles y nunca en Ella misma. Incluso no pediría un simple abrigo. ¿Cómo podría alguien estar en un estado mental tan noble sin ningún deseo propio a menos que esa persona realmente no tenga ego?

La Maestra siempre nos ha enseñado a ser honestos y correctos. Una vez estábamos pasando por una huerta remota y algunos de los discípulos cogieron algunas frutas para saciar su sed. Cuando la Maestra se dio cuenta de esto, inmediatamente nos dijo: "Todo lo que no nos pertenece, incluso una brizna de hierba o un árbol, no deberíamos tomarlo. Los practicantes espirituales deberían ser correctos." La Maestra nos instruyó poner algún dinero - más que suficiente para pagar por la fruta - en una bolsa plástica y atarla a un árbol para el dueño de la huerta. Este fue un pequeño incidente, pero permaneció impreso en los corazones de los discípulos. La gente ordinaria, podría no considerar coger unas cuantas frutas como gran cosa, cuando no hay ningún testigo; pero la Maestra dijo: "Tenemos que comportarnos de la mejor forma posible cuando no hay nadie observándonos."

Un prisionero que había sido sentenciado a muerte, una vez le escribió una carta a la Maestra, diciéndole que había tenido la oportunidad de pedir prestado uno de los libros de "La Llave Para La Iluminación Inmediata" de alguien y que estaba profundamente conmovido por Sus enseñanzas. Él dijo, que si tan sólo hubiese tenido la buena fortuna de conocer las enseñanzas de la Maestra antes, no habría cometido ese gran error por ignorancia. Le agradeció a la Maestra por darle una nueva vida y ayudarle a enfrentar la muerte sin miedo. También prometió dedicar su próxima vida a seguir a un Maestro iluminado en la práctica espiritual. Al escuchar la carta, los ojos de la Maestra se llenaron de lágrimas y dijo: "Sacrificaría incluso mi vida para hacer lo que fuere beneficioso para otros."

¿Podría tal Maestra verdaderamente iluminada, que está dispuesta a dar Su vida por el beneficio de los seres sensibles, buscar ganancias materiales efímeras para Sí misma? Estas pequeñas pero verdaderas historias, aunque conocidas por pocos, son prueba de que cada palabra y acción de la Maestra, son un ejemplo de rectitud y de abnegación para todos los discípulos. Aunque a la Maestra no le importa Su reputación y hace mucho ha abandonado todo apego a la vida física y a la muerte, aún así quisiéramos resaltar los aspectos más nobles de la Maestra, a través de estas pocas historias comunes entre la Maestra y los discípulos.