Ganancias Honestas
La Maestra Cuenta Historias

Expuesto por la Maestra Suprema Ching Hai, Retiro Internacional de 5 días,
Hsihu, Formosa, 24 de febrero de 2007 (Expuesto en inglés)

Ahora hay otra historia sobre un rey musulmán en Delhi. En todas las órdenes religiosas verdaderas, todos los Santos iluminados en esa orden actúan de forma similar. Ya sea que ganen su propio dinero como dueños de casa y lo guarden hasta tener suficiente para ir y predicar el Dharma, o si tienen que depender de las donaciones públicas, entonces sólo toman lo necesario para sobrevivir para poder servir espiritualmente a la gente.

Así que había un rey que era musulmán y que gobernó Delhi en ese entonces. Su nombre era Nasruddin. También les leeré el prefacio de esta historia, titulada: "Ganancias Honestas". Es de un refrán hebreo de los judíos. ¿Pueden imaginárselo?, ¡por casualidad llegamos a la tradición judía también! Aquí está: "Que tu conversación sea sin codicia", (que significa sin avaricia) "y estar satisfecho con las cosas que se tiene". Esto significa que cualquier cosa que tengan, estén felices con ella, sin codicia, sin querer nada más que lo que ya tienen o lo que naturalmente les llega". "Porque Dios ha dicho: 'Nunca te dejaré ni te desampararé.' El Señor es mi pastor, mi ayuda, y no temeré lo que la humanidad me haga."

Si tienes fe en Dios, te haces intrépido; es lo que quiere decir. Sean felices con lo que sea que tengan, ¿lo ven? Todas las religiones dicen lo mismo: Sea honesto, gánate el sustento y vive con sencillez. Ahora, el rey Nasruddin era uno de esos que vivía exactamente de acuerdo a lo que estamos diciendo, de la tradición religiosa judía. Él era un gobernante musulmán que permaneció en Delhi, y nunca gastó un centavo del erario para sí mismo; él siempre ganó su sustento.

Por tanto, ¿qué hizo él para ganar su sustento? ¿Cómo se gana un rey su sustento? En realidad a la mayoría de los reyes y realeza no se les permite trabajar, por miedo a perder su dignidad y autoridad. Entonces te conviertes en plebeyo, te conviertes en un trabajador, un ganador de dinero como cualquier otro. ¿Y cómo podría él gobernar al hacer eso? Es una maravilla, ¡lo veremos!

Después de cuidar de todos los asuntos de la corte durante el día, por la noche llegaba a casa y copiaba el Corán con su puño y letra, y le pidió a sus sirvientes que fueran a venderlo en el mercado. Así que, sólo es trabajo espiritual. Y cualquier cosa que ganara de ello, lo gastó en sí mismo y en su familia. Ahora, ¿no es él un rey muy honorable? ¡Deberíamos aplaudirle! (Aplausos.)

En China, tenemos una tradición parecida. Había un Maestro que trabajaba todo el día, y decía que si no trabajaba por un día, no comería por un día. Su nombre es Bai Zhang. Hasta que fue de edad muy avanzada, continuó trabajando, trabajando y trabajando. Un día ya estaba tan viejo que sus discípulos escondieron sus herramientas, porque generalmente saldría y plantaría vegetales para comer. Entonces escondieron sus herramientas para que no pudiera trabajar más. Y ese día él no comió. Un día sin trabajo, un día sin alimento. Eso es todo. Ese era su lema. Y él vivió su ejemplo hasta que alcanzó una edad avanzada.

Bien, ahora regresamos a Delhi. Uno de los sirvientes del rey no había recibido nada de dinero por muchos meses. Y entonces un día recibió una carta de su familia desde muy lejos, pidiéndole que regresara a casa de inmediato por un asunto urgente. Así que, necesitaba dinero para ir a casa y darle a su familia, por supuesto. Deben saber que un sirviente de esta clase de rey, también debió haber sido un buen practicante espiritual. Así que, probablemente simplemente trabajó, sin siquiera preocuparse por el sueldo. Pero el rey probablemente le daría un poco de dinero de su bolsillo, para los bocadillos del mes. (La Maestra ríe.)

Entonces el sirviente necesitaba ir a casa. Y el rey dijo: "Lo siento, ahora mismo no tengo nada de dinero." (La Maestra se ríe.) ¡Oh! ¡Qué clase de rey! Pobre rey. "Así que, ¿podría esperar un poco?" Entonces pasaron algunos meses, y el sirviente en verdad necesitaba ir a casa porque de nuevo recibió un mensaje de la familia de que debía venir de inmediato. Algún miembro de la familia había estado enfermo y quizás falleciendo, y necesitaba algo de dinero para eso; así que le suplicó al rey que lo dejara ir a casa.

Cuando estuvo listo para partir, el rey le dio dos rupias. ¡Dios mío! Son alrededor de dos centavos en dinero de Formosa, ¡ni siquiera dos centavos de dinero norteamericano! El rey le dijo al sirviente: "Aunque este dinero es muy poco, es de mi trabajo honesto. Por ello, atraerá la abundancia. Tiene la bendición celestial de Dios. Todos sabrán que es dinero muy puro - el Cielo lo sabe. Por tanto, no te preocupes, ¡sé feliz con él!"

El sirviente estuvo muy sorprendido de que una cantidad tan "grande" de dos rupias, iguales a dos centavos de dólar de Formosa, que no significaban nada, incluso en ese entonces. Pero el rey dijo: "Dios te bendecirá con abundancia porque mi dinero es honesto. Así que, ¡por favor sigue tu camino y no te preocupes por ello! ¡Dios te bendecirá! Entonces el sirviente se fue. No podía hacer nada. El rey no tenía dinero; ¿qué podía hacer? Entonces se fue con las dos rupias. Pero aunque tenía confianza y fe en el rey, en su mente aún dudaba: ¿cómo enfrentaría a su familia con las manos vacías? Cuando llegara a casa, su familia esperaría algunos regalos. Ser sirviente del rey y venir a casa con las manos vacías, ¿cómo se lo explicaría a su familia? Porque la gente del mundo es así: Si trabajas para el rey o si tienes una posición elevada en el mundo, tu familia o tus familiares esperan que los proveas de grandes regalos monetarios o de otro tipo. Esto es normal, ¿no?

Así que, el sirviente estaba en aprietos, caminando afligido, pensando qué hacer. Mientras tanto, camino a casa no tuvo dinero para ningún objeto lujoso, ni para un coche ni nada parecido. Pero sucedió que vio algunas deliciosas, maduras, rojas y jugosas granadas. ¿Conocen las granadas? Son como manzanas rojas y dentro tienen semillas transparentes, de color rubí, pequeñas y carnosas. Tienen una estructura interna muy bella, como una pieza de joyería cuando la abres. Así que dio sus dos rupias, lo dio todo; pensó que podía comprar sólo una granada para satisfacer su deseo, así que lo hizo. Ya que dos rupias de todas formas no comprarían mucho, no había mucho en lo que pudiera gastarlas. Y él quería comprar las granadas para comer. Pero se quedó sorprendido: ¡Por dos rupias recibió una gran bolsa de granadas! ¡Estaba muy feliz! Y comió sólo un poquito y ya estuvo satisfecho.

Sucedió que aún tenía granadas en su mano y en su bolso, cuando pasó por la frontera a otro país. Ahora bien, la reina de ese país estaba muy enferma en ese momento, y los médicos de ese país le habían aconsejado al rey, que sólo el jugo de la granada curaría la enfermedad de la reina. Pero en ese país no existía tal cosa, y no sabían dónde encontrarla. Entonces colocaron anuncios en todas partes: "Quienquiera que pueda encontrar granadas, por favor traerlas a la corte y el rey recompensará abundantemente."

Ahora bien, el sirviente tenía una gran bolsa de granadas, ¡y ya estaba al lado del palacio! Entonces pidió entrar y dárselas a la reina, por supuesto. Y la reina tomó tantas como necesitaba, y el rey estaba tan feliz de que la reina se recuperara ¡que recompensó a este sirviente del rey hindú de Delhi con mil rupias por granada! ¡Vaya! ¿Pueden imaginarse cuánto tenía? Al menos de 10 a 12 mil rupias; eso es mucho dinero. ¡Así que estaba muy, muy feliz! Le dio un poco a los dos soldados que fueron enviados por el rey para que lo acompañaran a casa, ya que tenía miedo de que con tanto dinero pudiera ser asaltado o que estuviera en peligro. ¡Qué honor! Así que, después de llegar a casa, les dio a los dos soldados un poco de dinero, y el resto se lo dio a su familia.

Todos estaban regocijados, elogiando al rey de Delhi por su generosidad. Y el sirviente no dijo nada (La Maestra y todos se ríen.) Como esperaba la familia, el sirviente del rey llevó a casa mucho dinero y regalos, porque también compró muchos regalos camino a casa para dárselos. Todos estaban felices y elogiaron al rey hasta el cielo.

Así que, con sólo dos rupias, el sirviente ganó una rica cosecha de propiedad y posesiones e hizo feliz a toda la familia y el clan. Desde entonces, por supuesto, el sirviente tendría más fe en el rey a pesar de que ya era lo suficientemente fiel. Pero probablemente creía más en la dignidad, santidad, honestidad y corazón puro del rey. ¡Fin de la historia! (Aplausos.)