Por la hermana iniciada Lin, Taipei, Formosa (Originalmente en inglés)
Durante una visita a su abuela en Keelung, Formosa, hace aproximadamente diez años, mis dos hijos vieron a un pajarito que estaba aprendiendo a volar desde la copa de un árbol, en una colina a unos metros detrás de la casa. Una repentina ráfaga de viento hizo volar al pajarito hacia la casa y, cuando el viento cesó, él cayó en la azotea justo enfrente de mis hijos. Intentó regresar volando donde estaba su aterrorizada madre, pero sus alas todavía no eran lo suficientemente fuertes como para darle el impulso que necesitaba, a fin de volar a un nivel más alto. Mi suegra recogió a la pobre criatura y rodeándola con sus manos, la lanzó suavemente hacia arriba; el pajarito aterrizó a salvo al lado de su madre. Luego, volviéndose hacia las tres personas en la azotea, las dos aves movieron las cabezas y piaron al unísono unas cuantas veces, como si dijeran gracias.
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