Maravillas de la Maestra

La Maestra – Mi Único Refugio

Por la hermana iniciada Yu, China Continental (Originalmente en chino)

Siempre, a partir de mi iniciación, he tenido una fe completa e incondicional en la Maestra, porque en mi corazón entiendo claramente que Ella es la única en quien puedo confiar. Mi esposo y yo, los dos somos iniciados y meditamos todos los días diligentemente con las amorosas bendiciones de la Maestra. Aunque nuestro camino espiritual está lleno de obstáculos grandes y pequeños, continuamos a salvo mientras son retirados uno por uno por el poder omnipotente y la gran sabiduría de la Maestra. Como dice la Maestra: “Tomar refugio en la Verdad, es el camino más seguro”, y Ella es la Verdad y el Camino que seguiré por el resto de mi vida. Como evidencia de los cuidados y la compasión de la Maestra, han ocurrido muchos milagros y sucesos increíbles en mi vida, llenándome de dicha Celestial.

Por ejemplo, el 27 de julio del Año Dorado 2 (2005), mi madre de repente se sintió muy débil físicamente y no podía digerir la comida. Entonces, la llevé a un hospital para que la examinaran y los resultados revelaron que tenía cáncer de hígado terminal y que las células cancerosas se habían esparcido en todo el cuerpo. De inmediato, decidí dejar todo en manos de la Maestra. Me llevé a mamá a casa conmigo y le sugerí que cambiara a una dieta estrictamente vegetariana. Ella aceptó mi consejo y se arrodilló frente a la foto de la Maestra, orando: "Maestra, de ahora en adelante seguiré una dieta puramente vegetariana. ¡Por favor, sálvame!" Yo estaba muy feliz de ver que ella era tan pura y sincera. Colgué fotos de la Maestra alrededor de su cama, así podía ver a la Maestra en cualquier dirección en que mirara. Una típica y afable mujer china, mi mamá pasaba las horas en que estaba despierta recitando el nombre de la Maestra y mirando Su foto, mientras escuchaba las cintas de los cantos budistas de la Maestra.

Durante sus primeros cinco día en mi casa, mamá a menudo temblaba, vomitaba y sufría de convulsiones, y cada vez que comenzaba a tener estos síntomas, dejaba mi trabajo a un lado para meditar con ella, ella sostenía y miraba con piedad la foto de la Maestra mientras recitaba su nombre. Eventualmente, a través de la bendición todopoderosa de la Maestra, los ataques se hicieron menos frecuentes y menos severos, hasta que desaparecieron por completo. Aún más sorprendente y encantador, fue el hecho de que mi madre vio los cuerpos trascendentales de la Maestra, varias veces. En la primera ocasión, la Maestra le tocó la mano suavemente e hizo que se sintiera muy cómoda y la segunda vez, bendijo la fruta que estaba al lado de mi madre y la abrazó, haciendo que ella se sintiera sobrecogida por un torrente de emociones y llamara en voz alta a la Maestra: “¡Mamá!” Yo sabía que este era un llamado desde las profundidades de su corazón, ya que finalmente se había dado cuenta de que sólo la Maestra es nuestra verdadera Madre. En la tercera ocasión que la Maestra apareció, acompañó a mi madre para que durmiera durante media hora. La Maestra tejió un brazalete de hilos de oro y le preguntó si le gustaba, a lo que mi madre le respondió con felicidad: “¡Sí! Me gusta mucho”. A continuación, la Maestra le colocó el brazalete en la muñeca y después de esta experiencia no tuvo más los síntomas.

Pasaron dieciséis días y mi madre regresó a su casa y me pidió que me quedara con ella durante dos días. Mi intuición me decía que la Maestra estaba avisándome por medio de ella, así que me sentí inusualmente tranquila. Durante la segunda noche que pasé con mi madre, alrededor de las diez, de pronto me pidió que la ayudara a sentarse. Esa fue la cuarta vez que veía el cuerpo trascendental de la Maestra, esta vez para llevársela. Mientras mi madre miraba íntimamente a la Maestra, dijo en voz alta y cariñosamente: “¡Mamá! ¡Mamá!” Entonces, después de un rato, dejó caer la cabeza y en ese momento sentí mucho miedo, porque mi madre vivía en una casa solitaria en un valle alejado. Así que de inmediato recordé a la Maestra, recosté el cuerpo de mi madre y recé: “¡Maestra! Por favor ayúdame, quítame el miedo. Pongo a mi madre en Tus manos. ¡Por favor llévala a Casa!” Y entonces ya no tuve más miedo.

En Sus conferencias, la Maestra nos ha enseñado a ayudar a nuestros seres queridos en sus momentos fínales, así que seguí Sus instrucciones y manejé la situación con calma. Después, observando que los ojos de mi madre no estaban completamente cerrados, le pregunté: “¿Puedes oírme? Por favor, pestañea dos veces si puedes escucharme”. Mi madre entonces pestañeó dos veces, así que le dije: “¡Por favor vete con la Maestra rápidamente! ¡Recuerda hacer todo lo posible por tu práctica espiritual! ¡Ahora vete con felicidad para siempre!” Entonces, mi madre partió en un estado de bendición, mientras yo subía el volumen de los cantos budistas que estaban cerca de su cama. Después de otros diez minutos más o menos, el color azul de la cara de mi madre desapareció, su semblante se puso redondo y rozagante y se veía mucho mejor que cuando estaba viva. Su cuerpo estaba muy suave y ella estaba tan tranquila como si estuviera durmiendo. En ese momento, me sentí realmente feliz de que mi madre se había ido con la Maestra y que no tenía que sufrir más. Diez días después, vi la clara visión de que mi madre, tanto como mi padre y mi hermana mayor que habían muerto antes, habían sido todos elevados. Así que, ¡mi gratitud para con nuestra grandiosa Maestra no tiene límites! Es Tu infinita sabiduría y poder omnipresente que cuidan de nosotros en todas las formas.

Mi grandiosa Maestra, atesoro profundamente la gracia que me has concedido, ¡y continuaré practicando diligentemente! ¡Mi creencia perpetua es que Tú, eres mi único refugio!